EL 2021 SE DESPIDE CON ÓMICRON

     A escasos días de que acabe 2021, la aparición de la nueva variante del COVID ha causado una gran confusión, provocando una corrección de los mercados (que habían subido con fuerza desde el mes de octubre), pues la incertidumbre de la nueva variante Ómicron se va extendiendo por doquier, y esto está afectando a la economía pues el pesimismo por el frente pandémico está copando todos los titulares e influyendo en las operaciones financieras y balances económicos de fin de año.

    En las últimas jornadas, las dudas sobre la recuperación económica y la posible imposición de nuevas restricciones por parte de los gobiernos se han apoderado de los mercados. Es pronto para disipar las incertidumbres, pues debemos conocer la virulencia y sobre todo, la efectividad de las vacunas ante esta nueva variante; pero con la información que tenemos hasta el momento, y teniendo en cuenta el elevado nivel de vacunación del mundo desarrollado y los avances desde el punto de vista sanitario, en el peor de los casos, es lógico pensar que estaremos ante un retraso de unos meses de la recuperación de las economías; aunque es cierto que los temores a mayores restricciones han irrumpido en unos mercados que, afrontaban con esperanza uno de los periodos de mayor consumo del año, y que las previsiones de beneficios empresariales se han visto alteradas, en especial, en los sectores cíclicos, como empresas turísticas y aerolíneas.


    El dinero que ha salido de estos sectores, y de la bolsa en general, se ha refugiado en la deuda soberana, dando como resultado un repunte de los precios de los bonos y por lo tanto, una importante caída de sus rentabilidades, pues la incertidumbre sigue penalizando a las bolsas; por tanto, para los próximos meses es previsible que el comportamiento de las bolsas esté muy influido tanto por la evolución de la pandemia como por la velocidad de la retirada de los estímulos monetarios de los Bancos Centrales que, en el caso de EEUU podría acelerarse para contener la inflación, mientras que en Europa, con una recuperación económica más débil, no queda claro que se vaya a acelerar.

    Por todo ello, ninguna institución de análisis económico nacional ni internacional se atreve en estos momentos a precisar el impacto en el crecimiento de la nueva ola del coronavirus provocada por la variante ómicron; sin embargo, las últimas previsiones de crecimiento publicadas, como la del Banco de España o la del Fondo Monetario Internacional, incluyen ya esta variante en sus estimaciones y la mayoría de los analistas ha situado en torno a un punto del Producto Interior Bruto (PIB) el recorte en sus proyecciones, lo que atribuiría a España un crecimiento de entorno al 4,5% para el año que viene. La valoración de estas predicciones por parte de los más optimistas hace creer que el recorte apenas llegará al 0,5%, mientras que los más pesimistas alertan de que la situación puede costar incluso hasta el 2% del PIB para 2022.

    

    Así que este final de año vuelve a tornarse atípico, principalmente por  la elevada incidencia de esta variante en todo el mundo y por la debilidad mostrada por China al decidir el banco central del país bajar los tipos de interés para sostener el crecimiento económico, quedando este hecho reflejado en las caídas y subidas de las distintas bolsas.

    De esta manera, con las infecciones al alza, una crisis de suministro sin precedentes como la que estamos viviendo en la actualidad, y con los precios de la energía descontrolados, el cierre del año 2021 y el inicio de 2022 en los mercados están marcados por la volatilidad. Por ello, las últimas estimaciones de crecimiento de los organismos internacionales para 2022 ya incluyen el impacto de ómicron, pero esta circunstancia no debe crear alarmas, pues al contrario de lo que ocurría al inicio de la pandemia, las nuevas oleadas están teniendo impactos mucho menos severos en el gasto y menores restricciones.

    Pero lo cierto es que cuando parecía que la economía estaba recuperando los niveles previos al COVID y los mercados coqueteaban con máximos, la nueva cepa del virus ha devuelto al mundo a la cruda realidad, y el destino de los mercados globales ahora depende, al menos en parte, de que los laboratorios de todo el mundo investiguen la cepa ómicron del covid-19.

    El peor de los casos que podría presentarse, sería la vuelta a los confinamientos si realmente fuese requerida por esta variante, puesto que este escenario paralizaría el crecimiento y amenazaría el de las cadenas de suministro ya tensas, a la vez que dañaría la recuperación de la economía; pero los gobiernos (salvo el de China) se han mostrado reacios a volver a los confinamientos de forma inmediata. Aun así, algunos economistas subrayan que las consecuencias pueden ser menores que las vistas durante la recesión de 2020, ya que la economía se ha adaptado al COVID y ahora contamos con herramientas para amortiguar un nuevo golpe, pues las empresas y los hogares se han adaptado a las restricciones y a los confinamientos, por lo que el impacto puede ser menos severo en esta ocasión

    Así pues, lo importante actualmente es monitorizar, como se está haciendo ya, la transmisibilidad y el posible escape vacunal, para conocer mejor los riesgos asociados a la nueva vacuna, pues así en poco tiempo sabremos a lo que nos enfrentamos y de esta forma podremos actuar de forma precoz y decidida, con el mínimo riesgo para la recuperación económica y para nuestra calidad de vida, pudiendo hacer frente a un 2022 cargado de esperanza y de nuevos retos.



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