EL BREXIT Y SU IMPACTO EN LA ECONOMÍA ESPAÑOLA

    Es difícil calibrar el impacto del Brexit en el conjunto de la economía española y en el futuro de las compañías de nuestro país, pero no cabe duda de que está afectando al conjunto de nuestro tejido empresarial, pues nos encontramos ante un escenario que está generando problemas relevantes, pero también, es cierto, que nuevas oportunidades.

    El Brexit ha supuesto un desafío muy relevante para los principales sectores de nuestra economía, aunque es evidente que no todas las áreas, industrias o tipos de negocios están expuestos de la misma manera a este fenómeno, por lo que conviene hacer un análisis específico para cada campo, pues su impacto no ha sido homogéneo en todos los sectores de actividad, pues cada uno de ellos está expuesto a diferentes riesgos, a distintas implicaciones normativas y cuentan con una problemática específica, que les influye a la hora de incorporar cambios y adaptarse a las circunstancias. 




    Así pues, al hacerse efectiva la salida del Reino Unido de la Unión Europea el 31 de diciembre de 2020, y tras el Acuerdo de Comercio y Cooperación alcanzado el 24 de diciembre de ese mismo año, se consiguió establecer un marco de relaciones entre ambas partes, reduciendo la incertidumbre y minimizando el daño económico que representaba iniciar esta nueva etapa en un escenario sin acuerdo.

   

    Es interesante observar como este pacto, en el ámbito económico, eliminaba los aranceles y las cuotas en el comercio de bienes entre el Reino Unido y la UE, estableciendo condiciones de competencia justa y un marco de cooperación económica, social y medioambiental.

    Pero, no obstante, incluso con este acuerdo, la salida del Reino Unido de la UE ha tenido efectos relevantes para la economía europea y, en particular, para la española, que mantiene una elevada exposición comercial y financiera frente al Reino Unido, superior a la que presentan otras economías de la UE.  Así pues, el impacto del Brexit en la economía nacional se ha encontrado condicionado por la relevante exposición comercial que España tiene frente al Reino Unido (pues según el Banco de España, las exportaciones de bienes y servicios al Reino Unido representan el 9,6% del total, lo que supone una aportación del 3,4% sobre el PIB nacional), pudiéndose constatar que el mercado británico ha representado para nuestro país  cerca del 7% de sus ventas de bienes al exterior (1,6% del PIB), pues es su quinto socio comercial. 

            Asimismo, es indiscutible que Reino Unido es nuestro mercado emisor más importante de servicios turísticos (1,2% del PIB), concentrándose en torno a él la quinta parte de los turistas que entran en nuestro país, y también del gasto turístico extranjero. De igual manera, supone el 11% de las exportaciones de servicios no turísticos (0,6% del PIB), destacando entre ellos los de telecomunicaciones y financieros; y el Brexit ha hecho mella en este sector, pues la reducción del poder de compra de los británicos a raíz del referéndum del brexit se ha traducido en un descenso de la demanda turística; y, de igual manera, las exportaciones españolas se han visto afectadas por las limitaciones a la libre circulación de personas, capitales y mercancías, por las barreras no arancelarias, por el incremento en los costes administrativos y burocráticos y los mayores controles aduaneros y sanitarios, entre otros aspectos. 

    Todo esto nos lleva a considerar, desde la perspectiva económica, los efectos que está teniendo sobre la inversión extranjera directa (IED), pues el Reino Unido es el segundo destino de las inversiones españolas (9% del PIB), especialmente en el sector financiero y de telecomunicaciones, y las inversiones británicas en España representan el 6,5% del PIB, centrándose en energía, telecomunicaciones y tabaco; los  cambios y variaciones  implantados en la fiscalidad, y en la regulación laboral han alterado y frenado algunas de estas inversiones, aunque el Reino Unido mantiene su posición como mercado estratégico para la inversión española en el exterior, a pesar del Brexit y la pandemia (según el denominado Barómetro sobre el Clima y las Perspectivas de la Inversión Española).

    Por consiguiente, el impacto del Brexit sobre la economía española ha sido heterogéneo a escala regional y sectorial, dependiendo de la distinta exposición comercial frente al Reino Unido en cada caso, habiendo representado el acuerdo comercial alcanzado un alivio para los sectores más orientados a la exportación como el agroalimentario, el textil y la industria del automóvil, que han logrado evitar los aranceles a sus productos.

    Por otro lado, el sector turístico se ha encontrado condicionado por la pandemia de la COVID-19. Pese a ello, la posibilidad de viajar entre el Reino Unido y la UE sin visado (para periodos inferiores a seis meses) ha atenuado el impacto sobre la actividad turística, si bien esta ha podido verse afectada por otras cuestiones como el tipo de cambio de la libra o las dificultades para operar de las empresas de transporte aéreo y terrestre. Estas cuestiones también han incidido en la inversión residencial, de la que el mercado británico constituye el segmento comprador más relevante.

    Pero debemos reseñar que uno de los sectores más perjudicados por el Brexit ha sido el de la pesca pues, según el acuerdo alcanzado, dispone de un periodo de transición de cinco años y medio durante los que podrá acceder a las aguas británicas, aunque reduciendo sus capturas en un 25%, lo que está afectando a la actividad y al empleo del sector. El grueso para la pesca era de unos 600 millones y España, potencia pesquera de la UE, sólo recibirá 3,6 millones (Francia 120,9), ni siquiera el 1%. Observamos, pues, que la cuantía que recibirá nuestro país como ajuste o compensación en cuanto a la pesca es muy limitada.

    En definitiva, el Brexit ha tenido consecuencias para los flujos comerciales y financieros que la economía española efectúa y recibe, al introducir un nuevo escenario con ciertas limitaciones que repercuten sobre el crecimiento del PIB, el consumo privado, los salarios y el empleo. No obstante, es justo señalar que las medidas compensatorias que se han establecido para ayudar a los sectores y regiones más perjudicados por el Brexit (España a lo largo del 2021 ha recibido 184,2 millones de euros con cargo al fondo de reserva creado por la UE), los convenios bilaterales que se han establecido entre la UE y Reino Unido para mitigar, los efectos derivados de los cambios en la vinculación existente hasta el Brexit, y la evolución de la cotización de la libra frente al euro (pues la depreciación de la libra respecto al euro implica un encarecimiento de los productos españoles que se venden en Reino Unido), han hecho que las perspectivas sean algo más favorables, mitigando el impacto final del Brexit en nuestra economía.

    Por último, no hay que olvidar que el Brexit también ha generado oportunidades para España, pues nuestro país ha ganado peso en la toma de decisiones de la UE ante la salida de una de sus principales economías. De la misma forma, han optado por instalarse en nuestro territorio compañías que estaban instaladas en Reino Unido, así como profesionales de alta cualificación. Además, las empresas españolas, en particular las más grandes, productivas y diversificadas geográficamente, han aumentado su capacidad exportadora, sustituyendo una parte de las ventas de las empresas británicas a la UE e incluso reemplazando las importaciones de la economía española realizadas al Reino Unido, pese a los contratiempos y dificultades que se han añadido a la actividad económica y financiera derivados de la pandemia.




 

 


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