Esta forma de subcontratación generó importantes
crecimientos económicos en los países asiáticos, pero también grandes déficits
comerciales en las economías occidentales, a medida que estas iban
desindustrializándose. Además, este proceso de deslocalización coincidió en el
tiempo con una gran revolución tecnológica y logística, y entre las décadas de
1970 y el 2000 más países se fueron incorporando a estas redes de comercio
internacional, integrándose China en las cadenas de producción
globales y experimentando con ello el mayor crecimiento económico de la historia,
en el que la alianza entre la República Popular de China y Estados Unidos y la apertura de las llamadas “zonas económicas
especiales” (donde China permitía las empresas mixtas con capital chino y
extranjero dedicadas a la importación de maquinaria y exportación de bienes
semiacabados) tuvieron mucha importancia.
En este orden de
cosas, la tensión entre dos de las grandes potencias económicas mundiales ha
provocado un vaivén de problemas en el mercado empresarial global, pues desde
hace años las relaciones entre China y Estados Unidos están marcadas por la
tensión y la desconfianza, y la llegada de Donald Trump a la presidencia
de EE. UU. en 2017 fue el punto de partida, pues el mandatario inició una guerra comercial sin precedentes, acusando a China, entre otras
muchas cosas, del déficit comercial.
Para documentar este hecho nos remontamos a marzo de 2018, fecha en la que Donald Trump anunciaba la subida de los aranceles al acero y al aluminio, en un contexto, en el que Estados Unidos consideraba que el proteccionismo chino perjudicaba a sus exportaciones al país. Esta actuación provocaba que China respondiera casi de forma inmediata con una subida de aranceles de entre el 15% y el 25% a 128 productos estadounidenses.
Estas decisiones han repercutido
en el mundo financiero, pues cuando se conoció que Estados Unidos ponía en
marcha la subida de los impuestos a las importaciones chinas se generó un amplio debate sobre
esta medida, pues uno de los
grandes miedos que existían en ese momento era que estos se extendieran a otros
mercados, como la Unión Europea; y así acabó ocurriendo, ya que Estados Unidos
anunció en octubre de 2019 que subiría los aranceles a una sería
de productos europeos, alegando que la UE habría permitido ayudas de varios
países a Airbus, el gigante aeronáutico europeo, lo que habría ido en perjuicio
de Boeing, su gran competidor estadounidense. Entre los afectados había
productos como el queso o el aceite.
Las consecuencias han sido una montaña rusa de subidas y bajadas en las bolsas, mientras que las empresas de uno y otro lado alertaban de los efectos que los aranceles podían tener en sus negocios. Las negociaciones que durante este tiempo se han mantenido parecen haber logrado una tregua para la guerra comercial después de un gran período de tensiones, pues el acuerdo entre las dos potencias perseguía una reducción paulatina de los aranceles, poniendo en stand by la entrada en vigor de nuevas tasas.
Es conveniente señalar que sobre esta tensión política también ha
planeado siempre otro gran problema: la hegemonía por el liderazgo
tecnológico en el mundo, pues la guerra entre Estados
Unidos y China tiene un carácter estratégico por el control y dominio de la
tecnología y las grandes empresas tecnológicas, y es obvio que de la relación entre
ambos países dependerá el futuro del mundo, por ello el sector de la alta tecnología es uno de los frentes
más disputados entre las dos potencias, con Huawei como la cara
más visible de esa confrontación por la supremacía.
El conflicto sobre esta hegemonía empezó en diciembre de 2018 cuando Canadá detuvo a la directora financiera de Huawei por petición de Estados Unidos. A partir de ese momento se sucedieron una serie de acusaciones por parte de la administración de Donald Trump sobre un posible espionaje por parte de Huawei para darle información al Gobierno chino, aunque no llegaron a aportar pruebas. Toda esta situación se produjo en un momento donde el despliegue del 5G sería clave para las innovaciones tecnológicas y Huawei era uno de los grandes jugadores en este terreno.
Así pues, en mayo de 2019, Estados Unidos incluyó a Huawei
en una lista negra, pues creía que
el gobierno chino estaba utilizando los equipos de Huawei para espionaje.
Esto derivó en una serie de episodios y generó consecuencias en empresas
afectadas junto con
especulaciones sobre cómo esto podría acabar afectando tanto a la industria como al propio despliegue del 5G. Finalmente, Estados Unidos acabó volviendo a
restablecer relaciones.
Todo esto nos lleva a constatar que los lazos entre Estados Unidos y China se han deteriorado estos últimos años hasta un nivel no visto en décadas, y es evidente que los prejuicios ideológicos y los enfrentamientos deben dejar paso a la coexistencia pacífica, al beneficio mutuo y a la cooperación para que las posturas adoptadas por ambas potencias cambien, lo que, sin lugar a duda, generará ganancias para ambas partes.
Por eso, con el comienzo de la era Biden, la economía mundial esperaba un cambio de perspectiva, apostando porque el nuevo mandatario estadounidense adoptaría un enfoque nuevo, amparándose en la actitud adoptada por el nuevo Ejecutivo que dejaba claro desde el primer momento que rompería con las políticas aislacionistas de Trump, buscando el multilateralismo para lidiar con el Partido Comunista, y continuando, de esta forma, con la estrategia seguida por el expresidente Obama en su "giro a Asia, ideada por Kurt Campbell, quien precisamente lidera ahora la política de Biden para la región.
En consecuencia, se ve posible que China y EE. UU. retomen el mecanismo de diálogo estratégico, como ocurrió con Obama, de cara a disminuir la tensión y ampliar el entendimiento, cooperando a nivel bilateral para reducir las tensiones comerciales, volviendo al respeto mutuo y a la cooperación de la era pre-Trump, pues ambos países son merecedores de un futuro mejor que, sin duda, acabará repercutiendo globalmente en la economía, pero que se antoja difícil de alcanzar por las posturas y los intereses enfrentados durante años.
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