LA INFLACIÓN PROTAGONISTA EN EL NUEVO AÑO 2022


    El 2021 ha sido un año caótico en lo que a las fluctuaciones en los precios se refiere, pues no sólo se ha consolidado la aceleración de la inflación, sino que también se han visto alzas muy pronunciadas en los precios de los carburantes, un aumento de precios en la industria textil, escasez de microchips y una subida sin precedentes en el mercado eléctrico, que ha triplicado el precio de la factura de la luz de 2020.

    La inflación, pues, no está encontrando techo en España y el IPC se dispara en diciembre, tocando máximos de tres décadas. Nos encontramos, pues, ante la evidencia de que el índice de precios al consumo (IPC) cierra 2021 marcando una subida de la tasa interanual de hasta el 6,7% según los datos avanzados publicados recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta cifra supone un crecimiento de más de un punto en el último mes. Pero las previsiones para el año que viene, lejos de relajarse, muestran un traslado de este aumento a los servicios del día a día, pues todas estas variables influyen en los precios finales que deberá abonar el consumidor por muchos de los productos que desea, ya que, según una encuesta realizada por el Banco de España, todo apunta a que esta dinámica inflacionista no va a desaparecer en corto plazo y que continuará hasta, al menos, el primer tramo del año entrante.

    Es destacable en el comportamiento interanual del IPC, según el INE, la subida de los precios de la electricidad, pues la escalada récord de la factura de la luz, que ha crecido hasta alcanzar un precio medio de 115 euros MWh durante este año (cuando la media de los últimos años rondaba los 50 euros), no se relajará durante los primeros meses de 2022 y, por su naturaleza, contribuirá a aumentar los costes de la mayor parte de los productos y servicios cotidianos. 

    Así pues, el primero de los precios que continuará con su subida será el de la factura de la luz, siendo esta partida muy importante porque sienta las bases de cualquier sistema productivo, pues todos los ciudadanos y todas las empresas, sin excepción, están obligados a consumirlo pues utilizan electricidad. Por consiguiente, si el precio de esta partida es demasiado alto, los precios de los productos que producen estas empresas también aumentarán, y de esta forma, los particulares tendrán que pagar más y tendrán un menor poder adquisitivo.

    Sobre este tema, los expertos no se ponen de acuerdo, pues mientras unos aseguran que los precios de la luz volverán a la normalidad en torno a la primavera de 2022, otros creen que la factura de la electricidad no se corregirá hasta el año 2024; pero, en cualquiera de los casos, todos ellos sostienen que la tendencia al alza continuará durante, al menos, los primeros meses de 2022.


    Otro de los grandes culpables del aumento generalizado de los precios lo podemos encontrar en los combustibles, porque una fluctuación en los precios de esta partida repercutirá en los costes de transporte de las empresas y, por tanto, en el precio final del producto que comercialicen; y se ha podido constatar que estos han estado subiendo durante todo el año. La gasolina comenzó el ejercicio en cifras que se colocaban en 1,20 euros el litro, llegando a superar el 1,5 euros el litro a mediados de noviembre y cerrando el ejercicio alrededor de los 1,49 euros. Este aumento del 24% es similar al que sufrió durante este ejercicio el diésel, que pasó de 1,08 euros el litro en enero a 1,35 euros a finales de diciembre, un 25% más.         

    Durante este 2021, la cotización del barril de Brent aumentó en un 53%, lo que ha provocado que rellenar el depósito sea ahora un 20% más caro; y según el grupo Goldman Sachs, las previsiones para el próximo año no son nada halagüeñas, porque calculan que el barril se colocará en los 85 dólares durante el año 2022.

    En este sentido, el transporte es otro de los sectores más afectados y, según confirman desde el sector, se verán obligados a trasladar estos aumentos de precio a sus servicios, pues el sector deberá hacer los ajustes necesarios en las tarifas para poder repartir el esfuerzo económico y trasladar así el incremento de costes sufrido este año; y de la misma forma, impactará en el transporte de pasajeros, que también está sufriendo un aumento de costes derivado del precio de los combustibles, de  la electricidad y del auge de las materias primas. Así pues, este aumento generalizado de los costes del transporte seguirá ahondando en algunas tendencias que ya pudimos observar durante 2021, como la subida de los precios en muchos productos de belleza, como el champú, las maquinillas de afeitar o las pastas de dientes.

    Siguiendo con el transporte, el precio de la compra de vehículos también se verá afectado; pues a la escasez de chips y los retrasos de los últimos meses que han llevado a la falta de stock, se suma el fin de la moratoria WLTP y el aumento del Impuesto de Matriculación. Todo ello puede llevar a una subida de 12 euros en la letra mensual para el conductor. Por tanto, seguirá la tendencia que ya se marcó este año cuando el precio medio de un vehículo nuevo subió un 6,7%, según la Agencia Tributaria, llegando hasta los 20.291 euros. Por ello, el sector prevé que, durante el próximo año, se venderán unos 100.000 coches menos en nuestro país, ya que muchos modelos verán como sus precios de venta al público se elevan considerablemente.

    Si seguimos con nuestro análisis y nos detenemos en la alimentación, la cesta de la compra también promete seguir subiendo durante el próximo año, pues no hay previsión de una bajada de los precios en orden a la realidad económica que estamos viviendo, sino que más bien se prevé que la situación puede ir a peor en los próximos meses, debido a la escasez de materias primas, que acabará repercutiendo en infinidad de productos.

    Y si esto ocurre con el precios de los alimentos, también ocurrirá lo propio con la hostelería (que se sirve de ellos). Los bares y restaurantes de nuestro país deberán asumir un incremento de los costes de funcionamiento, donde también convergen la factura de la luz, el aumento de los carburantes y la disminución de los ingresos a causa de la pandemia. Si a esto le sumamos además el aumento de los salarios por la equiparación al IPC, los clientes deberán abonar bastante más por consumir sus servicios; así algunos hosteleros entrevistados por El Economista han asegurado que se verán en la necesidad de aumentar hasta en un 15% sus precios a partir del próximo 1 de enero de 2022.   

    De la misma forma, el precio de la vivienda mantendrá la tendencia alcista en el 2022. Según estas previsiones, desde la consultora CBRE cifran la subida media de precios en el 4,2%, detallando que la obra nueva se encarecerá un 6,5%, mientras que la de segunda mano lo hará en torno al 4%; y por su parte, el servicio de estudios de CaixaBank prevé un avance medio del 4%, y descartan que los precios entren en una espiral alcista preocupante a medio plazo, sino que experimentará un crecimiento acorde con la evolución de la renta de las familias; y el Banco de España, por su parte, ya alerta de la existencia de una "sobrevaloración" del precio de la vivienda en nuestro país, aún en niveles moderados y por tanto, sin temor a que se dé una burbuja de momento.

    En lo que respecta al mercado del alquiler, donde se ha impuesto la tendencia a la baja en el último año, los expertos estiman un cambio de rumbo con subidas que podrían llegar al 5%, según la Agencia Negociadora del Alquiler. Pero la subida del IPC encarece los arrendamientos de vivienda una media de 46 euros en diciembre (según Idealista), la mayor subida en 30 años, con lo que el precio mediano en España de una vivienda de dos habitaciones en alquiler cerró 2020 en 680 euros, y con la revisión actual, la renta llegaría a 726 euros.

    Es una realidad pues que con la inflación en España disparada, muchos inversores están mirando a un sector al que, históricamente, la subida de los precios ha perjudicado: el inmobiliario; y aunque, por norma general, la vivienda no suele ser un buen refugio para la inflación porque cuando esta sube, también lo hace el tipo de interés, lo que lleva o bien una bajada del precio de los pisos, o bien a un aumento más pausado de su valor de mercado, con la excepción de los pisos de alto standing en zonas emergentes, la situación actual es excepcional y, por tanto, beneficiosa para la vivienda, alzándose el sector inmobiliario como una opción de inversión mucho mejor que las letras del Tesoro y los bonos.

    El factor clave que ha favorecido este escenario, antagónico al de una burbuja inmobiliaria, ha sido la pandemia, a la que se suma la temporalidad de las subidas del IPC y la recuperación económica del último año; todo esto ha llevado a los bancos a demorar la subida de los tipos de interés, convirtiendo la inversión inmobiliaria es un buen paraguas contra la inflación.

     En conclusión, el año comienza con una gran evidencia: los españoles durante el año 2021 han visto como se reducía su poder adquisitivo; situación que se prolongará durante el próximo año, y que hará que consumamos mucho menos, por mucho más. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha venido confirmándolo durante los últimos meses, poniendo de relieve que los precios subieron un 6,7% en tasa anual, y que la situación financiera de las familias ha empeorado por ello, porque cada vez más españoles han visto que o bien su salario no crecía, o no lo hacía lo suficiente como para ajustarse con el alza de los precios, y esto ha afectado directamente a la economía de los ciudadanos, que son los que, en última instancia, sufren sus consecuencias en el día a día.

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